Fue en el Mundial del 70. Brasil enfrentaba a Inglaterra.
Tostão recibió la pelota de Paulo César y se escurrió hasta donde pudo. Encontró a toda Inglaterra replegada en el área. Hasta la Reina estaba allí. Tostão eludió a uno, a otro y a otro más, y pasó la pelota a Pelé. Otros tres jugadores lo ahogaron en el acto: Pelé simuló que seguía viaje y los tres rivales se fueron al humo, pero apretó el freno, giró y dejó la pelota en los pies de Jairzinho, que allá venía. Jairzinho había aprendido a desmarcarse cuando se buscaba la vida en el arrabal más duro de Rio de Janeiro: salió disparado como una bala negra, esquivó a un inglés y la pelota, bala blanca, atravesó la meta del arquero Banks.
Fue el gol de la victoria. A paso de fiesta, el ataque brasileño se había sacado de encima a siete custodios. Y la ciudadela de acero había sido derretida por aquel viento caliente que vino del sur.
Tostão recibió la pelota de Paulo César y se escurrió hasta donde pudo. Encontró a toda Inglaterra replegada en el área. Hasta la Reina estaba allí. Tostão eludió a uno, a otro y a otro más, y pasó la pelota a Pelé. Otros tres jugadores lo ahogaron en el acto: Pelé simuló que seguía viaje y los tres rivales se fueron al humo, pero apretó el freno, giró y dejó la pelota en los pies de Jairzinho, que allá venía. Jairzinho había aprendido a desmarcarse cuando se buscaba la vida en el arrabal más duro de Rio de Janeiro: salió disparado como una bala negra, esquivó a un inglés y la pelota, bala blanca, atravesó la meta del arquero Banks.
Fue el gol de la victoria. A paso de fiesta, el ataque brasileño se había sacado de encima a siete custodios. Y la ciudadela de acero había sido derretida por aquel viento caliente que vino del sur.
"Eduardo Galeano - El Fútbol a sol y sombra"
E no mesmo jogo:
Memórias Argentinas - O mesmo saudosismo de muitos amadores brasileiros:
Querido Eduardo:
Te conto que dia desses estive no supermercado “Carrefour”, onde antigamente era o campo do San Lorenzo. Fui com José Sanfilippo, o herói da minha infância, que foi goleador do San Lorenzo quatro temporadas seguidas. Caminhamos entre as prateleiras, rodeados de caçarolas, queijos e résteas de lingüiça. De repente, quando nos aproximamos das caixas, Sanfilippo abre os braços e me diz: “E pensar que bem daqui meti um gol de bate-pronto no Roma, naquela partida contra o Boca…”. Passa diante de uma gorda que arrasta um carrinho cheio de latas, bifes e verduras, e diz: “Foi o gol mais rápido da história”.
Concentrado, como esperando um córner, ele me conta: “Eu disse ao número cinco, que estreava: assim que começar a partida, manda a bola para a área. Não se preocupe, que não vou te deixar mal. Eu era mais velho e o rapaz, que se chamava Capdevilla, se assustou, pensou: se eu não obedecer, estou frito”. E aí, de repente, Sanfilippo me mostra a pilha de vidros de maionese e grita: “Ele colocou a bola bem aqui!”. As pessoas nos olham, assustadas. “A bola caiu atrás dos zagueiros centrais, atropelei mas ela foi um pouco para lá, onde está o arroz, viu só?” – e me mostra a estante de baixo, de repente corre como um coelho apesar do terno azul e dos sapatos lustrosos – : “Deixei-a quicar, e plum!”. Dispara com a esquerda. Nos viramos, todos, para olhar na direção da caixa, onde há trinta e tantos anos estava o gol, e parece a todos nós que a bola entra por cima, justamente onde estão as pilhas para rádio e as lâminas de barbear. Sanfilippo levanta os braços para festejar. Os fregueses e as caixas quase arrebentam as mãos de tanto aplaudir. Quase comecei a chorar. O Nene Sanfilippo tinha feito de novo aquele gol de 1962, só para que eu pudesse vê-lo.
Osvaldo Soriano
"Eduardo Galeano - El Fútbol a sol y sombra"
E um golaço de um menino:-
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